domingo, 29 de septiembre de 2013

Prólogo

A veces sólo necesitamos un impulso para dejarnos caer al vacío. No es fácil lidiar con la tempestad y el deseo. Quizá sólo suene ridículo mi pensar, mi ser, mi actuar; pero este es el andamio  qué fundamenta mas que sólo la base de todo pensar, de todo sentir, de todo sufrir.

Caminamos por este mundo como espectros vagabundos paseando en una realidad muy insípida. Transitamos esta vida como peregrinos en tierra extraña. Ajenos a la voluntad del destino ignominioso que se burla fatalmente de nuestro ser.
¿Qué me llevo a este letargo de amarguras? ¿Qué me hizo caer en la prisión del olvido? ¿Qué me haría sumergirme en el de fantasías?
La línea que separa la realidad de los sueños se esconde entre los parpados. Exactamente en el cristal de la pupila en lagrimada. Sólo basta un segundo para cerrar los ojos y ver con el corazón. Sólo basta con prestar oído al silencio, para encontrar su verdadero significado. Qué el silencio no es el quedo de sonido total, sino al contrario, es tempestad de los albores. Sinfonía de soledad.
Quizá tropecé en la melancolía cuando vi el firmamento. Hermoso techo adornado de lumbreras incontables he infinitos misterios. ¿Quién soy yo en tan gigantesco mar de astros? ¿Hay lugar para mí en esta existencia? Veo ese mar de sueños y me doy cuenta que soy nada. Que mi existir es muy vacío al no comprender ni el significado de un suspiro.
Abrígame dama hermosa de blanco manto. Luna espectral de mi antaño, te observo incansablemente preguntándome si un día te apiadarás de mi mirándome a los ojos.

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