A veces sólo necesitamos un impulso para dejarnos caer al
vacío. No es fácil lidiar con la tempestad y el deseo. Quizá sólo suene
ridículo mi pensar, mi ser, mi actuar; pero este es el andamio
qué fundamenta mas que sólo la base de todo
pensar, de todo sentir, de todo sufrir.
Caminamos por este mundo como espectros vagabundos paseando
en una realidad muy insípida. Transitamos esta vida como peregrinos en tierra
extraña. Ajenos a la voluntad del destino ignominioso que se burla fatalmente
de nuestro ser.
¿Qué me llevo a este letargo de amarguras? ¿Qué me hizo caer
en la prisión del olvido? ¿Qué me haría sumergirme en el de fantasías?
La línea que separa la realidad de los sueños se esconde
entre los parpados. Exactamente en el cristal de la pupila en lagrimada. Sólo
basta un segundo para cerrar los ojos y ver con el corazón. Sólo basta con
prestar oído al silencio, para encontrar su verdadero significado. Qué el
silencio no es el quedo de sonido total, sino al contrario, es tempestad de los
albores. Sinfonía de soledad.
Quizá tropecé en la melancolía cuando vi el firmamento.
Hermoso techo adornado de lumbreras incontables he infinitos misterios. ¿Quién
soy yo en tan gigantesco mar de astros? ¿Hay lugar para mí en esta existencia?
Veo ese mar de sueños y me doy cuenta que soy nada. Que mi existir es muy vacío
al no comprender ni el significado de un suspiro.
Abrígame dama hermosa de blanco manto. Luna espectral de mi antaño,
te observo incansablemente preguntándome si un día te apiadarás de mi mirándome
a los ojos.